Cuenca del Río Mendoza, Mendoza – Argentina

La construcción del hábitat humano en tierras secas se caracteriza por el modo en que se ha implementado el acceso y uso del agua para acondicionar los asentamientos humanos. La provincia de Mendoza se localiza en el corazón de las tierras secas del oeste argentino. Su paisaje desde el punto de vista productivo se clasifica en zonas irrigadas y no irrigadas. Las irrigadas –también denominadas oasis- comprenden áreas urbanas y rurales agrícolas. Las no irrigadas corresponden a las rurales fundamentalmente pecuarias, áreas de aprovechamiento extractivo energético y áreas naturales. Desde la fundación de la ciudad de Mendoza en 1561 la expansión urbana fue desarrollándose hacia los cuatro puntos cardinales y progresivamente fue desacoplándose del ecosistema natural para construir otro nuevo: el de los oasis de regadío. Actualmente el Área Metropolitana Mendoza (AMM) alberga a aproximadamente, 1.200.000 habitantes y se desarrolla en un gradiente altitudinal que abarca desde los 650 msnm en la llanura hasta los 1500 msnm en el piedemonte de la precordillera de los Andes. Esta porción territorial metropolitana condensa: un oasis irrigado por los ríos Mendoza y Tunuyán al que se suman tierras no irrigadas que contienen porciones urbanas, rurales ganaderas e incluso, un área natural protegida. Este territorio en su parte montañosa se halla surcado por un conjunto de ríos secos con caudales temporarios, mientras que en las áreas de llanura perduran relictos del ecosistema de humedal que bordeaba la ciudad por el noreste. Las áreas agrícolas rurales y las urbanas se hallan regadas por la red de acequias y canales que distribuyen el agua superficial del río Mendoza acompañando el trazado en cuadrícula urbano y los sistemas viales que se despliegan en el oasis.
En el marco de la cuenca del Río Mendoza interesa estudiar y evaluar las posibilidades de producción de espacio público y recuperación de componentes del socio-ecosistema nativo de los ámbitos asociados a los cuerpos de agua temporales (piedemonte) y humedales (llanura). Se trata de recopilar y generar datos a través de la construcción colaborativa del conocimiento que permita la creación de nuevos valores de conservación a la vez que de regeneración de los paisajes nativos.